María, madre de Cristo y madre de la iglesia de la que somos miembros, es la luz que nos alumbra cuando estamos rodeados de tinieblas, la mano que nos sostiene cuando nos acercamos al precipicio y el corazón que nos llena de amor a cada uno de los creyentes. Para que en ese amor descubramos la belleza de seguir al Hijo que lo dio todo por salvarnos. Con María, nuestra fe se hace más fuerte y nos da fuerza para amar a nuestros hermanos.
No es cristiano negar nuestra ayuda a quienes la necesitan. Tú nos enseñas, Señor, que debemos amarnos los unos a los otros. Y nos das