A ejemplo del Señor debemos nosotros amar a los demás. Él nos amó sin límite, hasta el extremo de dar su vida por nosotros y siendo Dios se hizo hombre. ¿Hay mayor amor que éste? Pues es lo que nos toca hacer a nosotros si en verdad queremos ser seguidores de Cristo. Por supuesto que no llegaremos nunca a parecernos a Él, porque somos muy imperfectos. Pero sí podemos esforzarnos mucho más en cumplir con el mandato esencial que nos ha dado: que amemos a los demás como Él nos ha amado.

Quienes triunfan ante Dios no son los más guapos. Ni los más ricos. Ni los más sabios. Los que están más cerca de Él son