No es amor auténtico aquél que se queda solamente en las palabras, por muy hermosas que éstas sean, o en el deseo que no llega a transformase en hechos. Se requiere, para que el amor sea auténtico, que lo demostremos con hechos reales, con actuaciones que, a menudo, nos cuesta realizar. Hoy más que nunca son necesarios los cristianos que viven su fe de manera consecuente: haciendo el bien por allá por donde pasen.
¿Con qué razonamientos vamos a pedir ser perdonados si nosotros no somos capaces de perdonar? Injustos seremos si tenemos la osadía de exigir que no