Para un cristiano, nada hay más hermoso que sentirse unido al Salvador, cumplir sus enseñanzas y propagar su mensaje entre los demás. Invocar a Jesús, pronunciar su nombre santo, es cobrar fuerzas para realizar la tarea que tenemos encomendada. Todo lo que hacemos, en el nombre de Jesús debemos hacerlo. Todo lo que deseamos, todo lo que sentimos, todo a lo que aspiramos ha de ser por amor a Jesús, que vino a dar su vida para que no perezcamos, sino que vivamos con Él.
La santidad no es para las personas tristes y amargadas. Ni para los que se quejan continuamente de que todo les va mal. Tampoco para