A Dios debemos alabarle siempre. Con nuestros actos, en los que queremos demostrar nuestro amor hacia Él, y por eso intentamos realizarlos respetando sus enseñanzas. Pero también hemos de alabarle con nuestros labios, pronunciando sus plegarias de agradecimiento o de petición. Con expresiones que salgan de lo más hondo de nuestros corazones. Y si nuestras palabras van acompañas de las notas musicales, aunque no seamos buenos cantores, seguro que tendrán doble fuerza. Cantar oraciones al Señor es siempre hermoso.
Anunciar el Evangelio es tarea de todo bautizado. Pero este anuncio no es suficiente. Ha de ir acompañado de los actos que pregonen, a los