Correr detrás de los logros humanos, buscar el bienestar material y entregarnos al deleite terrenal no tiene sentido. Quienes hemos sido llamados a vivir como cristianos, sabemos que tenemos una misión que cumplir: esforzarnos porque el reino de Dios se haga realidad aquí en la tierra. Para esto hemos sido enviados y de nosotros dependerá que el reino de paz, justicia y amor del que se habla en el Evangelio se establezca entre nosotros.

Quienes triunfan ante Dios no son los más guapos. Ni los más ricos. Ni los más sabios. Los que están más cerca de Él son