No es nada bueno quedarse cruzados de brazos, sin hacer nada. Porque las personas ociosas, que no saben qué hacer o no quieren realizar ninguna tarea, son propensas a los lamentos cuando las cosas no van bien o ellas se encuentran en situaciones complicadas. Hay que estar bien activos. Porque el alma es propensa a dormirse en la comodidad, la abulia y la apatía. Estar ocupados todos los momentos del día es síntoma de vitalidad, de querer seguir aportando energías para avanzar en el seguimiento de Cristo y construir un mundo mejor.

¡Basta de quejas sobre lo mal que está todo! ¡Basta de añoranzas de pasados tiempos que, al parecer, fueron mejores! Compartamos la alegría de ser