No es lo más importante acumular sabiduría humana y tener amplios conocimientos sobre todas las materias. Aunque esto sea lo que cautive a los ojos terrenales. El talento de los creyentes no coincide con lo que el mundo entiende como saber. Para los cristianos lo importante son las personas y lo que éstas hacen, no los conocimientos intelectuales que puedan demostrar. Por eso, son nuestras obras las que nos darán la dimensión de nuestro auténtico saber, que es lo que agrada a Dios. No estamos aquí para aprender cosas y demostrar que somos muy cultos, sino para hacer el bien con nuestras acciones de cada día.

Una madre buena nunca defrauda a sus hijos. No los abandona, no los maltrata, no los guía por malos caminos… María, que es la mejor