Nunca debemos cansarnos de pedir perdón a Dios por nuestros fallos. Porque siempre lo obtendremos. Su misericordia es infinita y, como Padre nuestro que es, está dispuesto a concedernos la gracia de seguir siendo hijos suyos. Aunque le traicionemos miles de veces, Él siempre espera que reconozcamos nuestras faltas para restituirnos a su amor. ¿Hay algo más maravilloso que la misericordia de nuestro Padre Dios?

Si realmente queremos ser fieles a Jesús, todos nuestros actos, dichos y pensamientos deben estar orientados a procurar vivir de acuerdo con sus enseñanzas: amarle