Hermoso es confiar en el Señor, que no abandona nunca a los suyos, aunque, a veces, pueda la ceguera humana ver otra cosa distinta. Porque por muchas dificultades, cruces con las que nos carguen o nos carguemos nosotros mismos, nunca serán grandes si contamos con la ayuda del Crucificado, que siempre, con su ejemplo y su palabra, está, cual fiel Cirineo, dispuesto a ayudarnos.

Como miembros de la Iglesia que fundó Cristo, estamos llamados a ser misericordiosos con los demás, creyentes o no, pecadores o santos, y a mostrarles