Los seguidores de Jesús tenemos que trabajar por hacer posible su reino en nosotros mismos. No se trata de instaurar un reino al estilo del mundo, sino al estilo que se nos marca en el Evangelio. Un reino donde la verdad de nuestras vidas, la paz de nuestras conciencias y el amor entre nosotros sean las normas por las que nos regimos. Así conseguiremos que Cristo viva plenamente dentro de nosotros y lo haremos visible a quienes nos rodean.

La meta de cualquier cristiano es la santidad, siguiendo así las enseñanzas del Maestro. Alcanzarla es difícil, pero nunca imposible. Requiere de cada uno de